sábado, 2 de junio de 2018

Tenía claro que quería vincular el desarrollo con las prácticas de conocimiento y cultura libre. Mi instinto me decía que quien se dedica a repartir información y conocimiento por el mundo de manera desinteresada (al menos económicamente hablando) no podía hacerlo sin una motivación que se relacionara con el desarrollo. Me dijeron que era forzado, que la idea de "el desarrollo" no entraba de manera natural en el proyecto de tesis. Por semestres he defendido que no podía entrar de manera natural porque el desarrollo no responde como efecto a una causa. Sin embargo, me preocupaba cómo iba a preguntar yo sobre el desarrollo.

He leído el texto de Appadurai sobre la capacidad de aspirar y he encontrado la respuesta. Preguntar sobre el desarrollo tiene que ver con preguntar sobre el futuro. ¿Qué aspiras que sucederá con eso que tu haces? ¿Qué deseas que suceda? ¿Qué anhelas para el hacker/ maker space? ¿Qué esperas para ti? ¿Y para otros? Puede ser obvio, pero no lo es. El desarrollo  solo puede ser pensado en términos de lo que viene, no de lo que es. La clave es la esperanza,  el anhelo, el deseo. Sólo en el futuro podemos imaginar y gestar las ideas para un mundo mejor.

lunes, 21 de mayo de 2018

Lugares donde fui

En una de mis pausas de la tesis, me encontré con una frase de Pérez - Reverte en internet. Luego busqué si efectivamente era de él y me encontré con este texto. Rescaté esta frase sobre los "libros que, con sus marcas y cicatrices propias, tallaron las mías. Soy lo que viví, naturalmente. Pero también lo que leí, y dónde lo leí. Sin esa geografía de páginas vinculadas a lugares y recuerdos, nada de cuanto veo al mirar atrás tendría sentido". 

Lo leí y me recordé hace un par de semanas acomodando mi propio librero. Por supuesto que encontré marcas de mis viejas memorias, papeles, ticketes, notas, dedicatorias. Encontré además mis viejos diarios. Hojas llenas de historias propias que me narran ajena a la que soy, pero tan fiel a la que sigo siendo. Recordé que tenía la maña de acumular recuerdos en las hojas donde contaba mis historias. Las entradas de un bar, los boletos del cine, papelitos, cuentas pagadas, fotos viejas, recortes de periódicos. Coincide entonces, que desde siempre he recolectado memorias. Ahora soy menos analógica y ya no guardo los boletos, ni los papelitos., Hoy con mi celular hago fotos de los lugares, de los momentos, de la gente. Las colecciono en mis álbumes de facebook o en mis carpetas ordenadas dentro de mi disco duro. Colecciono el pasado, porque me encanta pensarlo y disfrutarlo. 

Justo el día de hoy estoy en Monterrey, un lugar lleno de historias. Un lugar de alegrías, de fiesta (mucha fiesta). De mis primeros acercamientos a la investigación, en un lejano 2006 que vine a hacer verano de la investigación. Un sitio donde conocí la amistad, el amor y el desamor. Recuerdos de sitios que apabullados por la violencia tuvieron que desaparecer y que nuevamente aparecen para dar esperanza. Recuerdos con Paola, con Cinthia. Recuerdos del Tec, de los antros, noches con alcohol, de baile y de canto. Añoranza de mis años despreocupados de juventud. Eso es el noreste mexicano para mi. 

Me detengo y pienso en los libros también, en las lecturas que acompañaron esos caminos. Las novelas de Marcela Serrano, los libros de Hesse y las lágrimas de las novelas de amor. Pienso que soy eso que leí y que soy todo aquello que colecciono en fotos y palabras. No quiero dejarlas ir. Por eso las escribo, por eso las narro, por eso soy una cursi hablando del ayer que no fue ni hace tanto, ni es tan lejano. Soy esa geografía de sitios en los que he vivido y de los que puedo contar historias. Soy también aquellas historias que callo, que recuerdo sólo para mi. Por que en el silencio, como en las hojas en blanco, también cobra sentido quien fui y quien soy.