sábado, 1 de agosto de 2020

Mis oportunidades de mejora para la virtualidad del aprendizaje



                                                                                  Por:Alma Celia Galindo Núñez

Llegué a ser profesora por cuestiones del destino, nunca creí que esta profesión me gustaría tanto. Cuando estudié comunicación, una de las cosas que más llamaba mi atención de esa carrera es que era una ciencia (o disciplina dirán ciertos teóricos), que permitía ser muy creativa y muy práctica. Al menos eso pensaba hasta que entré a estudiar. En el camino me di cuenta que la creatividad y práctica van acompañadas de mucha planeación, de horas sentada escribiendo y dando orden a las ideas, de mucho análisis y de mucha lectura. Con el paso de los semestres me di cuenta que la práctica sólo se obtiene haciendo las cosas, practicando, cometiendo errores. Uno de mis retos entonces fue "domar a la tecnología", al principio peleaba con mi computador y prefería no utilizar las herramientas que nos daban en clases; pero un día comprendí que necesitaba saber editar audio, video; que quería escribir más rápido y entregar con más calidad mis trabajos. Entonces, me convertí en aprendiz, tan clavada quedé que todas mis tesis (la de licenciatura y las de mis dos posgrados) han analizado las relaciones entre tecnología, educación, comunicación y cultura. 

Cuando empecé a dar clases me di cuenta que podía ser una maestra práctica y creativa, pero que al igual que en la comunicación, esa práctica sería el reflejo de mi propia paciencia, de mi orden, de mis planeación y de estar preparada para lo más inesperado. En Marzo de este año, cuando llegó la pandemia y nos vimos forzadas a empezar la modalidad virtual, no me dio miedo, no me sentí perdida; lo que sentí fue un reto enorme de sentarme a planear y de dar vida a los contenidos que fueron creados para compartirse en el aula. 

A la par de acomodar mis actividades al classroom, de planear las nuevas formas de evaluar y de atender a mis dos grupos, me puse a buscar información sobre tecnología educativa, sobre nuevos modos y los desafías que tenemos por delante. Una de las cosas que noté es que hay personas que creen que la educación a  distancia tiene menos valor y menos calidad.

La oportunidad más grande que veo en mi trabajo como docente es lograr una integración de los contenidos adecuados para que los estudiantes y la comunidad educativa comprendan que la educación a distancia no tiene menos calidad, ni que se trata de esquemas con menos trabajo. Veo como oportunidad seguir aprendiendo para que el uso de herramientas, el acceso a nuevas técnicas y el manejo de soporte virtuales para dar clases se conviertan en parte de una educación que será relevante e importante para cada estudiante. 

Creo que esta tarea no solo es un reto individual, toda la comunidad debe empezar a apostar no sólo por la virtualización, sino por la incorporación de modos creativos y prácticos que sean acordes a los tiempos que estamos viviendo. Nuestra oportunidad como sociedad es que "cuando todo esto termine" no seamos los mismos, no volvamos a enseñar, ni a aprender como antes; sino que el nuevo modelo se incorpore al que teníamos y creemos algo diferente, emocionante y complementario.

lunes, 13 de abril de 2020

Serie: De gises, pintarrones y aulas virtuales... Parte 2.



En la parte anterior abordé el tema de la infraestructura y el acceso, lo que se considera el primer obstáculo cuando se habla de educación a distancia, educación mediada o educación y tecnología. Este primer reto, como ya lo dije, es multifacético, no podemos hablar de un problema de acceso, sino de múltiples problemas y de las diversas formas en que cada estudiante (y profesor) entra a este nuevo "formato" educativo. 

Ahora, me gustaría hablar de otra cosa que, en medio de la pandemia, me he puesto a reflexionar  como profesora. La primer semana que nos pidieron iniciar con las clases en línea, quienes teníamos previamente un plan elaborado, tuvimos que repensar y ajustar los contenidos; además de buscar en qué plataforma íbamos a dar clases, de coordinar los horarios, de empatar el trabajo en casa con los hijos, de distribuir los nuevos roles en el hogar, de empezar a pensar en quiénes no tenían computadores y todas estas problemáticas, tuvimos que preocupamos por cómo sería el trabajo. Los modos se adaptaron a cada profesor. En este post intentaré describir algunas de las formas que he podido ver. Tratando de explicar beneficios y desventajas de cada una. 

De la dialéctica al trabajo independiente: La búsqueda por las plataformas y las fórmulas perfectas.

La modalidad dialéctica no podía faltar. El formato en el que el profesor explica el tema mientras los estudiantes escuchan. Para este formato, quienes damos clases teníamos que encontrar una plataforma que permitiera hacerlo. Así, hay quienes han utilizado servicios de stremaing que permiten hablar frente a la pantalla y dar una clase. Las plataformas más amigables fueron Youtube y Facebook Live. Aprovechando la coyuntura de que son plataformas comunes para casi todas las generaciones conectadas a internet. Quienes se animaron a llevar sus clases por estas redes  encontraron que son relativamente sencillas de usar. Los principales problemas están relacionados con el ancho de banda para subir los materiales y las desventajas se relacionan con la falta de participación, porque aunque en principio se plantea como una comunicación sincrónica, estos servicios permiten que los escuchas sólo participen por medio de comentarios, lo que por las propias conectividades, lo termina convirtiendo en asincrónico. O en un diálogo que puede volverse confuso y extraño, que finalmente nos recuerda que la educación esta siendo mediada.

Existen plataformas que resultan cómodas para conectarse durante una clase y hablar frente a la pantalla con todos los alumnos conectados. Son aplicaciones que permiten simular el aula y en la que se espera, en el mejor de los casos, que el entorno permita la participación de manera más orgánica. Se trata de  plataformas como whatsapp, skype, hangouts, Zoom o Jisti que permiten generar  video -conferencias. 
Los beneficios pueden ser buenos para continuar con una clase que resulte para los estudiantes "más normal"; sin embargo, además de los problemas que tuvimos para conocer cómo funcionaban, sí se nota la diferencia en la calidad de conectividad y el ancho de banda de cada estudiantes y profesor. Pero además, se presentan otros asuntos que tienen que ver con los espacios y la privacidad. ¿Qué pasa en los hogares donde alumnos o profesores no tienen un cuarto tranquilo, es más ni siquiera tienen un cuarto propio?  Lo vimos de todo, el profesor que es interrumpido por los hijos o la esposa, el alumno que es regañado frente a su colegas en el computador,  el chico que olvida tener la cámara prendida y entra al baño. El espacio y la intimidad se ven asaltadas por las cámaras, prendidas a todo momentos durante las clases. Lo más intímo se convierte en sitio con un montón de entrometidos que te tienen en la mira 6, 7 y hasta 8 horas. Aunado, los ruidos de la ciudad, sí el carro con alta voz que vende pan, elotes, gas; los gritos de afiladores de cuchillos, de vendedores de nieves, ladridos de los perros, los gritos de los vecinos y un sin fin de sonidos ambientales que no se pueden controlar, quedan evidenciados frente a todos.

En esta misma modalidad, pero quienes menos han querido arriesgar han optado por grabar las clases. Utilizando por ejemplo, audios y presentaciones gráficas por separado, para dejar que los alumnos puedan acceder a su propio ritmo a las exposiciones y que escuchen al profesor mientras ven los materiales que ha preparado. Este formato, en cierto alcance salvaguarda la privacidad, ¿Pero cómo sabemos si realmente lo escucharon los alumnos? ¿Cómo queda seguro el mensaje si no podemos ser testigos de que el trabajo se realice? 


La otra modalidad que voy a tocar: la veta del trabajo independiente. Lo ideal era que los y las estudiantes trabajaran una temática por su cuenta, aprovechando sus habilidades para el autoaprendizaje (una Skill que tan valiosa y nombrada es como parte integral para la educación de siglo XXI). Varios problemas planeta esta modalidad. Para empezar, si suponemos que todas las personas tienen ya desarrollada esta habilidad (que lo dudo), me queda la duda si esta habilidad se encuentra desarrollada del mismo modo y con las mismas potencialidades en casa persona. ¿Son todos los estudiantes capaces de generar sus propios conocimientos? ¿Cada uno es capaz de evaluarse y de resolver sus propios problemas? ¿Cómo vemos esto? ¿Cómo lo evaluamos?

En términos de prácticos hay un par de retos más que me gustaría mencionar antes de temrinar. 

1) El exceso de trabajo para los alumnos. ¿Cómo medimos cuánto trabajo es mucho y cuánto no es suficiente? Por ejemplo, yo puedo planear un trabajo que quizá le tome dos horas a un estudiante realizar, pero sí cada profesor pensara así en una jornada de trabajo de 6 horas, en realidad estamos extendiendo casi a 12 horas el trabajo escolar. 

2) El exceso del trabajo para el profesor. Como la indicación es que no se pueden juntar los alumnos y como no podemos suponer que todos están en las mismas condiciones para que trabajen de manera virtual, los trabajos son casi todos, individuales. Si esto es así, y el alumno esta realizando un trabajo en cada clases ¿Cuántos trabajos vamos a estar revisando los maestros? ¿De qué manera vamos a extender la jornada para calificar a cada alumno? ¿Cómo se utilizarán los formatos de evaluación con 30, 40, 90 alumnos en cada uno de nuestros trabajos? 


Son muchas las interrogantes que nos dejan las plataformas, formas y modalidades. Es claro, que no hay fórmulas perfectas, ni hay una modalidad lista para enfrentar lo que estamos viviendo. Como única vía, lo que me ha tocado hacer es tratar de estar en constante diálogo con mis estudiantes. Ser flexible, Pensar en quiénes pueden, en quiénes no y tratar de ajustar cada contenido y cada clase a cómo yo pueda sentir que va a funcionar. Finalmente,  dar clase es  un oficio que es intuitivo y del que somos constantes aprendices.

viernes, 3 de abril de 2020

Serie: De gises, pintarrones y aulas virtuales... Parte 1.


Esta será una reflexión sobre la educación. La panacea que resuelve la ignorancia y contribuye al desarrollo de un país.  El remedio que fue el primer sector que tuvo que adaptarse a la cuarentena y afrontó la crisis o al menos lo intentó.

El escenario inicial: un lunes festivo, en medio del caos pandémico y con la cabeza todavía relajada de los profes y alumnos que aprovecharon el puente para descansar se hizo oficial que "las vacaciones" de Semana Santa comenzaban el viernes 20 de abril. Básicamente, a todo el sistema escolar nos daban un margen de cuatro días  (del martes 17 al viernes 20) para resolver cómo se haría la migración de las clases presenciales a la educación en línea. 

La reacción: Centros escolares, maestros, tutores, directores y administrativos quedamos pasamados.

Es cierto, tenemos años hablando de las grandes posibilidades y  las maravillosas ventajas que tienen las TIC para la educación. Somos los profes que utilizamos el correo y otras plataformas para recibir trabajo.s Nuestros niños y jóvenes son la generación que nacieron "con el chip integrado". Somos la cantidad de tiempo y datos que subimos en el Facebook y el Whatsapp. Yo misma tengo años investigando tecnologías y escribiendo sobre ellas. Pero cuando la realidad superó la ficción y la teoría se convirtió en práctica, nadie estábamos totalmente preparados. Las oportunidades que nos brinda el aula virtual y la variedad de herramientas disponibles en la red son equivalentes a la cantidad de obstáculos y retos que nos presenta.

Como este tema es muy extenso lo escribiré como una pequeña serie. Tratando de abordar distintas aristas sobre las que he reflexionado como profesora y como estudiante. El objetivo es pensar sobre esto y cuestionar lo que sucede.

Los obstáculos de la infraestructura desde el principio de diferenciación

Algo que no es novedoso, que ya sabíamos y no es ni sorpresivo (bueno al menos para quienes tienen un poco de conciencia sobre la desigualdad) es la falta de infraestructura tecnológica. Es tan evidente que incluso, todos los esfuerzos de la política pública apuesta por LA infraestructura. 
¿Pero cuáles son los problemas que vimos más allá de que los chicos no tenían computadoras o acceso a internet? 

Pues que existe no sólo hay falta de acceso  sino que además tienen un uso diferenciado y persiste la desigualdad.

En un texto que leí hace unos años, se plantea que cuando un servicio se universaliza (como es el caso de internet), al mismo tiempo que se buscan estrategias para garantizar esta universalización, se crean nuevas formas de desigualdades que resultan en otras formas culturales de exclusión e inequidad social.

Sin entrar en la mera teoría, estos autores señalan que existe un principio que explica esta desigualdad: el principio de diferenciación.

Son cinco las limitantes que existen para comprender las diferencias. 

1) Las diferencias en el poder adquisitivo. Hay estudiantes que por ejemplo, no tienen equipos propios y (si tienen suerte) pueden ir al ciber a conectarse para tratar de seguir las clases. Pero incluso entre quienes sí tienen acceso hay diferencias marcadas. Esto quieres decir que las prácticas se ven limitadas entre quienes tienen acceso a versiones más nuevas de sus equipos, quienes tienen una computadora para hacer la tarea frente a quienes escriben desde un celular. El poder adquisitivo se relaciona con el ancho de banda al que se conectan los usuarios, con el tipo de software y programas desde los que se producen sus prácticas digitales.

2) Las diferencias de autonomía y control que las personas tienen sobre el uso de la tecnología. Aquí nos adentramos en una capa más profunda de la desigualdad, supongamos que hay todas la ventajas de adquisición, pero las aplicaciones que estamos utilizando,  ¿realmente nos dan autonomía y control sobre las decisiones que tomamos? ¿O nos estamos convirtiendo en una mina de oro con los datos que "sin saberlo" estamos dejando en internet? Aquí, por ejemplo el caso de Zoom (del que espero hablar en otro post) nos ata las manos mientras nos ofrece un servicio casi sin fallas.

3) Las diferencias entre las habilidades, recursos y conocimientos. El desarrollo de las habilidades depende, en gran medida, de la necesidad y los objetivos que se tiene para acceder a los recursos disponibles en la red. Pero también, aceptémoslo el contexto no es el ideal, nos mudamos a la educación en línea sin preparación previa, ni de maestros ni de alumnos. Las limitantes son amplias porque sobre la marcha estamos aprendiendo (en el mejor de los casos) o simplemente buscamos nuevas mediaciones para sostener prácticas inviables para enseñar y aprender. ¿Qué habilidades tengo, qué conocimientos me faltan?

4) La diferencia de la disponibilidad de apoyo social. Mientras subimos materiales y armamos conferencias, nos hemos preguntado ¿Qué apoyo tienen los estudiantes para tomar las clases en este esquema? Por ejemplo, ¿qué les estarán diciendo los padres a sus hijos?  ¿En qué contexto los hijos estas siendo observados por sus padres como verdaderos estudiantes?¿Los estarán motivando o estarán interpretando esas horas frente al computador como horas perdidas? 
Pero también ¿Con qué apoyo técnico cuentan estos chicos para resolver cualquier problema? Se les pide que descarguen una app... ¿y si no sabe, quién les ayuda? ¿y si se desconfigura algo pueden hacer?

5) Finalmente, la diferencia que se refleja en los propósitos de uso de la tecnología. Esta diferencia va para ambos lados ¿para qué estamos usando la tecnología los profes, como un puente de aprendizaje,  como meras herramientas técnicas? Y los estudiantes, ¿realmente quieren aprender así? ¿Realmente esta motivados con sus clases?

Estas son las primeras reflexiones que dejo para pensar. No hay respuestas correctas a las interrogantes que planteo, pero creo que son pistas para ir tratando de comprender los cambios que nos ha presentado de manera inmediata esta pandemia. Porque si ya estamos en este barco, convendría pensar hacia dónde queremos navegar. 

Fuente:

DiMaggio, P., Hargittai, E., Celeste, C., y Shafer, S. (2004). From unequal access to differentiated use: A literature review and agenda for research on digital inequality. Social inequality, 355-400.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Hablemos de Tik Tok

Cuando una plataforma aparece son los más jóvenes quienes la apropian primero. Luego, los 'mayores' empiezan a aparecer; por ello, quienes estaban ahí migran buscando otros espacios para el ocio. En esta dinámica las compañías han buscado cambiar sus algoritmos o añadir nuevas funciones para retener a sus públicos. Otras han optado por comprar a la competencia. Lo que sea necesario por mantenerse vivo en la carrera por obtener nuevos usuarios.
Hasta hace poco Tik Tok fue la red de los usuarios más jóvenes. Menores de 20 años usan la aplicación para publicar videos cortos que implican sincronizar los labios a canciones, diálogos cómicos o trucos de edición parecidos a los que tienen otras redes como Snapchat o las historias de Instagram.
Hace poco comencé a dar clases en un bachillerato y ha llamado mi atención el uso que hacen en la escuela. Me ha pasado que en pequeños descuidos (por ejemplo en lo que termina una clase y recojo mis materiales para que entre el siguiente profesor) las chicas toman su teléfono y se graban haciendo algún baile o canto para subirlo a su Titk Tok. Me causa gracia y curiosidad cuando las pesco mientras ellas creen que no me he dado cuenta. Cuando eso sucede les he pedido ver lo qué acaban de grabar y reconozco que se esfuerzan por hacerlo bien. Se retan, se ríen. ¿Usan Facebook? Sí, pero lo usan menos porque ahí están sus papás.
Desde que empezó la cuarentena he visto entre mis contactos de Facebook, memes, chistes y publicaciones que piden a otros no bajar Tik Tok y que se niegan a usar esa aplicación. Pero también, me he topado con quienes por aburrimiento y encierro han caído en su encanto y ahora suben videos virales de todo tipo. Antes de continuar quiero aclarar que los contactos que tengo en esa red son en su mayoría son personas mayores de 30 años.
No suelo juzgar lo que las personas hacen de su tiempo, ni en sus redes sociales, yo misma todo el tiempo me cuestiono por qué publico o por qué no. Tengo mis propias respuestas. Pero con Tik Tok tengo muchas preguntas y mucho juicios a priori. De entrada, el hecho de que sea una app desarrollada en China me anticipa a pensarla como una gran ventana para obtener datos. ¿Qué si las otras redes también se sustentan en la obtención de datos? Sí. Pero aquí hablamos de China. Según entiendo, todas las cuentas son públicas así que seguidores o no seguidores tienen acceso a lo que se publica. Es decir, estamos hablando de videos como ventanas abiertas al mundo para que acosadores, pedófilos y otros tengan acceso a imágenes de los cuerpos de menores de 20 años sin restricción.
Como no la uso, casi todo lo que conozco sobre la app es porque lo he leído. Lo que sé es que su algoritmo analiza el tipo de material que ha captado tu atención y busca mostrarte contenido similar para engancharte con otros cilps. Perder el tiempo es muy sencillo. Sí bueno esto también pasa en las otras redes.
El número de usuarios de Tik Tok va creciendo en medio de la cuarentena y el aislamiento. Quizá su mayor ventaja es que no hay apertura para los opinólogos y expertos en todo, Tik Tok es para reír, para escapar de las fake news, de las malas noticias, del terror infundido por la pandemia. Es un espacio de total ocio para los más chicos, pero poco a poco se van creando perfiles de treintañeros, cuarentones y hasta abuelitos que siguen las tendencias.
Yo observo de lejos y trato de articular alguna opinión. Reconozco que las preocupaciones y los debates iniciaron casi a la par que la gente empezó a suscribirse. Ayer me topé con un par de notas que ya discutían estos temas: Pedofilia, privacidad, Censura, Problemas en la seguridad, entre otros. A estas alturas la tiktoksfera ya tiene mucha tela de donde cortar.
También, para quienes me han preguntado por qué no tengo (ni tendré) Tik Tok, aquí están algunos de mis motivos. Sí ya sé que Facebook, Twitter y otras plataformas que utilizo tienen las mismas dinámicas y debates, pero por lo menos con esas redes trato de ser más consciente de lo que publico o aplico los usos selectivos de mis propios contenidos. Utilizo esas plataformas con la consigna de que acepto sus condiciones, como lo dijo Cobo en su último texto. Por ahora no me interesa que haya más datos mios circulando y menos que contengan videos, a mis casi 35 años diciendo sólo tonterías. Quizá ya maduré; quizá entiendo que no tengo 20 años; o, quizá (que es lo más probable) los bailes y chistes prefiero compartirlos con la gente cercana y de confianza en pequeñas dosis frente a quienes me conocen.
Si alguien quiere una opinión un poco menos personal sobre el Tik Tok, les dejo este podcast realizado por The Guardian en el que Alex Hern y Anushka Asthana opinan sobre el mismo tema: https://podcasts.apple.com/gb/podcast/today-in-focus/id1440133626?i=1000452575007

martes, 24 de marzo de 2020

Reflexiones desde el distanciamiento social

Hace unos años, debido al H1N1 se cerraron las escuelas y por aquel entonces tenía un blog  que usé cuando sucedió la contingencia con mis estudiantes de la secundaria. En 2009 recuerdo que la escuela paró actividades y que el miedo cedió ante la incredulidad de muchos mexicanos. Además de esto, no tengo mucha claridad de lo que pasó. Fui de las afortunadas que no me contagié, tampoco mi familia cercana. En algún momento llegó el calor y eso bajó el contagio. En poco tiempo, pasó la contingencia. El verano llegó normal a Colima. Fue tan extraño todo, que hubo momentos en que la gente hasta dudo de la magnitud del problema. Luego, apreció la vacuna y el problema tuvo solución.

Hoy, la influenza (estacionaria o de cualquier otro tipo) es algo común que regresa cada invierno. Desde entonces nos enteramos año con año de los estragos que hace. Incluso este 2019 tres personas en Colima murieron de influenza y poco se ha dicho sobre eso en la prensa. Así, es el contexto de la enfermedad en el estado.

Dicho esto, confieso que esta es la primera vez que me toca vivir una contingencia de salud de magnitudes a gran escala. Bueno por lo menos en esta escala. Esta vez, quiero registrar lo que me toca vivir. Sé que mi experiencia es única, que será distinta a las demás y que la abordo desde el privilegio que me da el poder quedarme en casa haciendo trabajo de oficina sin mayores preocupaciones. Me parece importante narrarlo, por un lado, por esta necesidad que me ha dado por escribir; por otro, porque me gustaría poder recordarlo en algún otro momento y que no quede como una anécdota borrosa de algo que sucedió en 2020.

La crónica de los primeros días


Hoy martes 24 de marzo se cumple una semana de asumir el distanciamiento social (o el encierro como otros lo han llamado) y de tratar de no salir de casa. Lunes pasado regresaba de un escape de fin de semana que tuvimos con Jasson y uno amigos para aprovechar el puente de marzo e ir a la playa. Estuvimos en un lugar con poca señal en los celulares (cosa que se agradece); así que al llegar a "territorio TELCEL" los mensajes empezaron a llegar por montones. La contingencia se anunciaba con memes, con notas oficiales y tuits. El gobierno federal declaró estado de alerta y decidió cancelar clases del 20 de marzo al 20 de abril. En los medios se anunciaba que las vacaciones de semana Santa (que van del 4 al 20 de abril) se adelantaban por dos semanas. El primer error para no asumir el aislamiento como tal,  fue de la prensa.


Esa misma tarde a mi correo llegó la notificación de que no había que presentarse el martes a trabajar. Las instrucciones eran esperan instrucciones para definir qué íbamos a hacer. Me resultó curioso, la última contingencia yo también era profesora y del mismo colegio; sólo que ahora doy clases a bachilleres.

El martes fue un día para descansar del descanso. Limpiamos la casa justificando que no está de más que este desinfectada. Luego, aprovechamos la quincena y fuimos al supermercado. Lo que encontramos parecía poco creíble. La gente realmente estaba haciendo compras de pánico. Los memes sobre las largas filas del papel de baño, eran ciertos. La sección de desinfectantes y color casi vacías. La gente con los carritos del supermercado a tope y las filas largas. Sí parecía una quincena normal, pero el ambiente se sentía diferente.



El miércoles fui a una reunión a la Universidad donde también doy clase de comunicación para las empresas. Desde ahí el distanciamiento fue evidente. Ningún profe sentado junto a otro. El objetivo de la reunión, una explicación de cómo debíamos migrar a zoom esa semana para dar clases. En la brevísima charla que tuve con Enrique, uno de mis colegas y doctorante como yo, comentamos lo difícil que sería para muchos profesores el cambio tan repentino de la modalidad de clases. Aunado sabemos que no hay un conocimiento real de las condiciones en las que los estudiantes tiene acceso a la red, el uso que tienen de ciertas plataformas y el cómo recibirían estas modalidades nuevas de aprendizaje. 

Ese día también decidí ir al banco. Deje de lado esa postergación de recoger mi netkey y de repente se volvió "urgente" tenerla.  No lo sé quizá sería necesaria para hacer pagos si de verdad no podíamos salir de casa. El banco ya tenía medidas preventivas. Había una larga cola afuera de las instalaciones y sólo nos permitían estar 8 -10 personas al mismo tiempo. No había que olvidar aplicar gel antes de entrar y de salir.

El jueves iniciaron mis primeras clases en línea. Me cuestioné muchas cosas: inseguridad de saber si aparecerían en clase, tratar de medir la cantidad de trabajo tardé en descubrir si era demasiado o poco lo que estaba dejando. Tuve dudas para saber si era clara. Incluso sentí ansiedad de pensar en cómo lo estaban asumiendo ellos y ellas.

Lo que parece que a penas empieza 
En estos pocos días, he podido hablar, principalmente por whatsapp, con amigos, amigas, con mis compañeros del doctorado, con mi familia. Las conversaciones van del humor negro a la desesperación en colectivo. Las tensiones generales se manifiestan. Las preocupaciones de unos y las incredulidades de otros son lo de todos los días.  

Del viernes al domingo las cosas en casa se fueron acomodando. Convivir no es complicado, pero en este hogar la dinámica que impera es la de dos personas independientes que además de compartir la vida suelen disfrutar la soledad, los silencios y los espacios propios. Hemos estado en alerta para no caer en el mal humor, de tratar de ser tolerantes. Por ejemplo, estoy procurando ser más ordenada por la paz mental de Jasson, aunque confieso que es complicado. Pero también agradezco no estar sola y que la compañía que formamos funciona como un equipo de dos personas responsables de sus actos, sus sentimientos y sus pensamientos. Hemos aprovechado incluso algunas tardes para hacer una carne asada, retarnos con juegos de mesa y ver películas y series.

Ya es martes, la rutina ha empezado a establecerse, por fin pude tener cabeza para escribir (esto y también el trabajo de tesis, que se estaba volviendo insoportable entre tanto caos). Estoy muy consciente de los privilegios en los que estoy, de estos hablaré en otro momento. No sé cómo vaya a caminar la contingencia, quizá en poco ya estaremos de vuelta en las calles, o quizá como lo están pronosticando en otros países, esto a penas comienza.  

Mientras, seguiré escribiendo abonando a la memoria personal.








sábado, 2 de junio de 2018

Tenía claro que quería vincular el desarrollo con las prácticas de conocimiento y cultura libre. Mi instinto me decía que quien se dedica a repartir información y conocimiento por el mundo de manera desinteresada (al menos económicamente hablando) no podía hacerlo sin una motivación que se relacionara con el desarrollo. Me dijeron que era forzado, que la idea de "el desarrollo" no entraba de manera natural en el proyecto de tesis. Por semestres he defendido que no podía entrar de manera natural porque el desarrollo no responde como efecto a una causa. Sin embargo, me preocupaba cómo iba a preguntar yo sobre el desarrollo.

He leído el texto de Appadurai sobre la capacidad de aspirar y he encontrado la respuesta. Preguntar sobre el desarrollo tiene que ver con preguntar sobre el futuro. ¿Qué aspiras que sucederá con eso que tu haces? ¿Qué deseas que suceda? ¿Qué anhelas para el hacker/ maker space? ¿Qué esperas para ti? ¿Y para otros? Puede ser obvio, pero no lo es. El desarrollo  solo puede ser pensado en términos de lo que viene, no de lo que es. La clave es la esperanza,  el anhelo, el deseo. Sólo en el futuro podemos imaginar y gestar las ideas para un mundo mejor.

lunes, 21 de mayo de 2018

Lugares donde fui

En una de mis pausas de la tesis, me encontré con una frase de Pérez - Reverte en internet. Luego busqué si efectivamente era de él y me encontré con este texto. Rescaté esta frase sobre los "libros que, con sus marcas y cicatrices propias, tallaron las mías. Soy lo que viví, naturalmente. Pero también lo que leí, y dónde lo leí. Sin esa geografía de páginas vinculadas a lugares y recuerdos, nada de cuanto veo al mirar atrás tendría sentido". 

Lo leí y me recordé hace un par de semanas acomodando mi propio librero. Por supuesto que encontré marcas de mis viejas memorias, papeles, ticketes, notas, dedicatorias. Encontré además mis viejos diarios. Hojas llenas de historias propias que me narran ajena a la que soy, pero tan fiel a la que sigo siendo. Recordé que tenía la maña de acumular recuerdos en las hojas donde contaba mis historias. Las entradas de un bar, los boletos del cine, papelitos, cuentas pagadas, fotos viejas, recortes de periódicos. Coincide entonces, que desde siempre he recolectado memorias. Ahora soy menos analógica y ya no guardo los boletos, ni los papelitos., Hoy con mi celular hago fotos de los lugares, de los momentos, de la gente. Las colecciono en mis álbumes de facebook o en mis carpetas ordenadas dentro de mi disco duro. Colecciono el pasado, porque me encanta pensarlo y disfrutarlo. 

Justo el día de hoy estoy en Monterrey, un lugar lleno de historias. Un lugar de alegrías, de fiesta (mucha fiesta). De mis primeros acercamientos a la investigación, en un lejano 2006 que vine a hacer verano de la investigación. Un sitio donde conocí la amistad, el amor y el desamor. Recuerdos de sitios que apabullados por la violencia tuvieron que desaparecer y que nuevamente aparecen para dar esperanza. Recuerdos con Paola, con Cinthia. Recuerdos del Tec, de los antros, noches con alcohol, de baile y de canto. Añoranza de mis años despreocupados de juventud. Eso es el noreste mexicano para mi. 

Me detengo y pienso en los libros también, en las lecturas que acompañaron esos caminos. Las novelas de Marcela Serrano, los libros de Hesse y las lágrimas de las novelas de amor. Pienso que soy eso que leí y que soy todo aquello que colecciono en fotos y palabras. No quiero dejarlas ir. Por eso las escribo, por eso las narro, por eso soy una cursi hablando del ayer que no fue ni hace tanto, ni es tan lejano. Soy esa geografía de sitios en los que he vivido y de los que puedo contar historias. Soy también aquellas historias que callo, que recuerdo sólo para mi. Por que en el silencio, como en las hojas en blanco, también cobra sentido quien fui y quien soy.