viernes, 3 de febrero de 2017

Narrando el mundo Juaker ....

Me invitaron en el grupo de Hackers (bueno fue una invitación abierta) a programar música para la radio colectiva que tienen. Decidí participar porque me parece importante no ser sólo observadora, sino además tratar de dialogar en la media de que: a) entiendan de que hablan y b) tenga yo algo que aportar al grupo sobre el tema. 

En este sentido decidí participar programando un par de horas rock en español. La anécdota inicia con la propuesta desde el grupo de telegram, luego con la PAD de instrucciones, luego el manual para generar una llave ssh (aun no entiendo muy bien qué es) y finalmente con el día en que decido que sí quiero participar y necesito mi usuario y contraseña. 

Las primeras indicaciones son abrir la terminal y empezar desde ahí a escribir códigos (menos mal la terminal ya no me da tanto miedo). El caso es que no logro poder hacer esa programación. Y con sentido comunitario todos y todas me apoyan con cómo hacerle. Finalmente pido pausa, recapitulo y regreso. 

En un momento alguno de los chicos tuvo a bien explicarme que lo que iban a hacer era "entrar a mi computadora" para ver la clave de mi llave ssh, triangularla con dos usuarios diferentes, compararla y por fin entonces generarme un usuario y una contraseña que me iban a dar precisamente por la terminal. 

La experiencia fue (inocentemente) fascinante. No me queda muy claro si lo que describo fue exactamente lo que sucedió desde dentro de la computadora... y en la lógica de los hackers, pero destaco algo que en mi lógica saltó: la importancia que tiene para ellos la privacidad de los datos. La seguridad de las contraseñas, la importancia de generar procesos que les aseguren que mis contraseñas (así como este post) no andan navegando por internet libremente. 

Me pregunto ¿por qué esa importancia a la seguridad? ¿Es a modo de resistencia? ¿Es por necesidad dado sus propias actividades? ¿Es parte de ser/estar en la lógica del hacker? Habrá que preguntarles algún día.

El dato por sí mismo como discurso, pero también como lógica y materialidad de sus prácticas. Existe una conciencia como usuarios de los datos que no existe en mí misma (ni en miles de usuarios supongo) y me parece interesante ir entendiendo cómo dialogan esos datos y sus lógicas en sus prácticas digitales. 

Quizá cuando lo lean no les haga sentido la reflexión que hago yo aquí de este hecho, supongo que mi lógica opera desde otros intereses, pero quería compartirla, porque finalmente creo que se trata de diálogos. 

jueves, 2 de febrero de 2017

El Karma de los trámites

Me queda claro que soy una persona afortunada en muchísimos sentidos. Tengo más de lo que necesito y siento que aunque no es casualidad donde estoy hoy, parte de ese existir es buena suerte y el cúmulo de algunas buenas decisiones.

Sin embargo tengo claro también que tengo una extremada mala (no mala pésima) suerte cuando tengo que hacer un trámite. El que sea, ante la institución que sea y de la índole que sea, siempre (NETA SIEMPRE) algo sale mal.

Yo pienso que mi mala suerte en los trámites es proporcional a la buena suerte en los viajes, los conciertos o la vida social, pero definitivamente algo sucede que no puedo hacer un trámite sin tener que renegar.

Esta semana toco hacer el trámite de titulo de maestría (ni mencionar por qué lo hago 3 años después) pero el resumen es básicamente que el día  de ayer que fui a Guadalajara a hacerlo, por alguna extraña razón no laboraban los administrativos. Y hoy que volví un papel estaba mal, un papel por el que pregunté mil veces y me dieron una instrucción que luego resultó no ser la correcta.

Hoy de plano me desplomé y me puse a llorar como una niña. No podía creer que otra vez, algo no estuviera bien. Creo que las lágrimas terminaron por ser mis aliadas y en la Universidad me ayudaron a que pasara el trámite.

¡Vaya cosas, llegar al punto del llanto para que avance!. En fin, dado todo el suceso terminé agotada. Quería escribir hoy sólo como una queja más al mundo, pensando que quizá al escribirlo saldrá el malestar de mi cuerpo y este momento será otra de las anécdotas que guardar para la posteridad de la larga lista de "otro trámite que tiene problemas".


Hace unos días Jasson me dio un anillo de esmeralda, un anillo que intencionalmente me coloco en el tercer dedo de la mano izquierda, justo donde va el anillo de compromiso, porque para mi eso significa ese gesto: un compromiso.

No me mal entiendan no es un compromiso que "huele a boda", ni que indica que "hasta que se animó". Jasson me dio ese anillo y me dijo que era una forma de demostrar que sigue comprometido, que sigue conmigo después de 10 años y que por lo menos en este presente, quiere seguir siendo mi compañero y que yo sea su compañera.

Obviamente subirlo a las redes significaría un cúmulo de interpretaciones de todo tipo (incluidas las que ya quieren usar hasta vestido de madrina en mi boda). Sabíamos que pasaría eso, incluso ayer lo discutimos y juntos decidimos cuál sería la postura. No porque debamos una justificación a nadie, sino porque simplemente a veces es bonito celebrar el amor con un detalle, por mínimo o extravagante que este pueda ser.

Agradezco el día de hoy por los años vivido. Bien sé que el matrimonio es un asunto my delicado para Jasson, pero sé también que este detalle como bien lo dijo él, es un sinónimo de la voluntad que tiene de seguir en este relación. Nunca hablo de nuestra relación en el blog, aunque en otras redes me gusta poner fotos, pero no lo hago porque precisamente me gusta que sea nuestra, que haya complicidad y secreto en lo que nos decimos el uno al otro. Porque disfruto una relación digna y amorosa que a pesar del tiempo, los altibajos y las imperfecciones sigue de pie para trazar caminos juntos.

No me quiero poner cursi, pero si quiero guardar este sentimiento en palabras porque cuando el tiempo pase quiero recordar cómo me sentí en este momento.